Los principales circuitos arqueológicos del Perú tienen un factor común: se originan en yacimientos arqueológicos distribuidos a lo largo y ancho de nuestro territorio.
Será por eso que tiene razón el arqueólogo Régulo Franco Jordán, cuando afirma: “La calidad del sitio arqueológico de Rapazmarca, la belleza del paisaje y la importancia de los baños termales de Churín y Huancahuasi merecen por parte de las autoridades del gobierno central, regional y las empresas privadas, ponerse en valor al servicio del turismo nacional e internacional. Un proyecto integral en el área, con responsabilidad social, permitirá el mejoramiento de la calidad de vida de los pobladores y un gran desarrollo socioeconómico del lugar. Este podría ser un modelo de gestión de un turismo sostenido y responsable que hay que tomarle mucha atención”.
Tan cerca de Lima y tan lejos de los circuitos turísticos tradicionales, los restos arqueológicos de la cultura Atavillos (célebres por sus “rascacielos pétreos”) merecen la atención de los operadores turísticos, previo trabajo coordinado con arqueólogos dispuestos a investigar los monumentos de una cultura perdida en el tiempo.
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